Un Viaje inesperado
- Miguel Ángel Perea
Martín (1º ESO B)
Era
un viernes como otro cualquiera, yo estaba jugando en el sillón con el móvil,
como hacía muchas veces. De pronto sonó el timbre de la puerta, ¡era muy raro!,
¿quién sería a esta hora, y un viernes?, le pregunté a mi madre y me contestó
que era mi abuelo, yo estaba extrañado, porque le vi al mediodía, y la verdad,
recuerdo que me estuvo contando algo, pero yo no lo
recuerdo porque estaba con el móvil jugando.
Entonces mi abuelo entró por la puerta del salón y
me preguntó… ¿te has pensado lo que te pregunté al mediodía?, me cogió fuera de
juego, porque no me acordaba. Entonces yo le dije que me lo había pensado y que
estaba de acuerdo, pero por decir algo.
Mi madre se alegró y yo no sabía por qué, me picó la
curiosidad, dejé de jugar al móvil y pregunté a mi madre que es lo que había
pasado porque yo no lo entendía.
Mi madre me dijo, cuando ya se fue mi abuelo, que me
había apuntado para hacer un viaje al día siguiente con mi abuelo, iba a ser
corto, ir y volver en el mismo día, y ella estaba contenta porque nunca le
echaba cuenta al abuelo.
Me quedé blanco y paralizado, cuando reaccioné,
pensé que tal vez era una buena idea, de todas maneras, iba a llevar mi móvil y
no me iba a aburrir; entonces fue cuando vino la sorpresa de verdad, la única
condición era no llevar el móvil, ni nada que me distrajera. El mundo se me
vino encima, ¿qué iba yo a hacer con mi abuelo durante tantas horas?
Bueno, ya no podía echarme atrás, iba a aguantar el
maldito día, total, “un rollazo”.
Al día siguiente, mi madre no tuvo que despertarme,
no había dormido en toda la noche pensando en el viaje, me despedí de mi móvil
y me fui a casa de mis abuelos.
Cuando llegué a casa de mi abuelo, ya estaba
preparado para irnos al viaje, yo estaba un poco tenso porque sabía que iba a
ser un infierno sin mi móvil.
Mi abuelo llamó un taxi y de camino me contó que lo
íbamos a pasar genial, pero yo me quedé callado.
Por fin llegamos al lugar de donde íbamos a salir de
viaje, ¡no me lo podía creer!, nos íbamos a montar en un tren, feo y viejo, yo
le pregunté a mi abuelo que, si no era mejor ir en el ave, peo me dijo que como
se disfruta un viaje en este tren no se disfruta en el ave, y yo le pregunté,
¿por qué?, y él me contestó que en el ave no se podían ver bien las cosas porque
iba muy rápido.
El tren empezó a funcionar, o a intentarlo, ¡madre
mía! ¡qué día me espera!
Ya, con el tren en marcha, mi abuelo me dijo que
cuando era joven utilizaba mucho estos tipos de trenes por era la forma más
rápida de viajar.
Yo le pregunte que qué hacían durante el viaje para
no aburrirse, ya que no había móviles ni internet, él me respondió que miraban
por la ventana y veían el paisaje, me dijo que lo intentara yo, ¡vaya
tontería! ¡que aburrimiento!
Pasaron varias horas y mi abuelo se quedó dormido,
ya que yo estaba aburrido, empecé a mirar por la ventana.
Empecé a mirar al cielo, y vi las nubes que me
recordó cuando yo era chico y mi abuelo en la feria me compraba algodón de
azúcar, y me sentí tan feliz como aquellos días.
Seguí mirando al cielo y me fijé atentamente en el
cielo azul, y me recordó cuando yo era chico y jugaba en la piscina con mis
amigos en verano, la verdad es que estaba recordando unos días muy felices para
mí.
En otro tramo del viaje vi la hierba tan verde que
me recordó cuando yo iba con mi abuelo a la aldea del Rocío y visitábamos el
parque de Doñana, en ese mismo verano él me enseñó a montar a caballo.
De repente mi abuelo se despertó, y me preguntó cómo
me lo estaba pasando, yo le respondí que me lo estaba pasando más bien de lo
que creía (“sin mi móvil”), él se puso muy contento de verme así y me dijo que
ya estábamos llegando de nuevo a la estación, que el viaje se terminaba, yo no
me lo creía porque se me había pasado muy corto, y me sentía feliz, y comprendí
que todo no gira en torno al móvil, y descubrí que es lo realmente importante y
como se puede disfrutar más.
A partir de ese día, hice más viajes con mi abuelo,
(“y sin móvil”).
FIN
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