Una noche de lluvia
Blanca Estrella Romero Caracuel (1º Bachillerato B)
Mario
se encontraba de pie, junto a la ventana, mientras observaba cómo los
frailecillos provocados por la fuerte lluvia caían en las aceras de la calle. Las
burbujas con forma de campana que se formaban al caer las gruesas gotas de
lluvia, no le eran indiferentes a Mario, de hecho, no pudo evitar sonreír.
¿Cómo iba a olvidar aquella fatídica noche, si ese era el único secreto que
siempre había ocultado? Mientras que el marido de Ana se encontraba
ensimismado, ella paró sus pensamientos en seco con una pregunta que para él
era difícil de contestar. Y aunque al principio dudó en desvelar cuál era el
motivo de su sonrisa, cedió a contarle lo que durante años nadie supo.
Hace
años, en un día lluvioso como hoy, Mario se enfrentó con un vecino por las
lindes de una tierra causándole su muerte. No había pruebas que lo inculparan,
el único que sabía quién mató a Lucas era su propio asesino y los únicos
testigos que pudieron presenciar este terrible suceso fueron los frailecillos
del agua, que, como hoy, caían en las aceras.
Recordó
que las últimas palabras de Lucas fueron que los frailecillos algún día lo
delatarían. Habían pasado los años, ni una palabra se volvió a pronunciar
respecto al caso de Lucas.
Ana
palideció, nunca imaginó que su marido fuese capaz de matar. Durante noches Ana
no pudo conciliar el sueño, su conciencia no se lo permitía. Sabía que su deber
era denunciarlo, no podía ser cómplice de algo tan atroz.
Ana
lo denunció.
El
secreto de Mario quedó desvelado, lo que Lucas predijo se cumplió. Los
frailecillos del agua lo delataron.
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